hay una escena de water world,película que pasó sin pena ni gloria y cuya historia me encantó, en la que encuentran un trozo de papel y lo miran con curiosidad científica ,porque en un mundo de agua y sin agua potable,el resto de lo que fue un libro tiene un valor incalculable.
Una escena como esta parece inimaginable en este momento pero si nos damos una vuelta por Barcelona y ,otras tantas ciudades, donde lo que fue librería será local de amantes de la comida basura por ejemplo,te das cuenta de que no sólo nos quitan la sanidad pública,nos están cambiando la manera de vivir, de pensar en un regalo y una rosa y de tantas otras costumbres que dudo mucho puedan sustituir iphones y cia.
Me fascina la tecnología pero no hay nada comparable a abrir un libro por primera vez,a escribir una dedicatoria, a pasear entre anaqueles, a hacerte la rubia mientras ojeas ,con el libro al revés, a la bibliotecaria nueva...
Me siento de ultrajada ultimamente...nos roban a cara descubierta y encima nos quieren hacer creer que las redes sociales te colocan en el mundo,que con tu móvil puedes viajar gratis y descubrirlo todo en segundos,que con tu tablet puedes llevar mil ejemplares,aunque no los leerás jamás...pero mola.
Desaparecen a velocidad de vértigo todos aquellos elementos que a mí y a tanta gente nos sujetan a la vida cotidiana y parece que no pasa nada.Y nos llevamos las manos a la cabeza con cada chorrada...
Una vida sin un libro,de papel y tinta ,con dibujos mejor que mejor,no es una auténtica vida.Y si al libro le siguen los albumes de fotos,los revelados de carretes,entre los nervios y la emoción...y tantas otras cosas,parece que alguien se empeña en que respire un aire que me asfixia porque no tiene nada de natural,de aquella colección de olores que nos daban identidad...
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